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España entre los cinco países con impuestos más altos

In Política, Crisis, Ciudadanía, Críticas, Comentarios on 22 May, 2012 at 10:21

EL IRPF Y EL IMPUESTO DE SOCIEDADES SE DISPARAN EN RELACIÓN CON LA UE

 

España entra en ‘top five’ de los países con impuestos más altos

La economía española continúa sufriendo enormes mutaciones, Pero no sólo en los grandes indicadores macroeconómicos -tasa de paro, déficit público o balanza de pagos-. También en el nivel de presión fiscal. Hasta el extremo de que España se ha colocado, por primera vez, entre los países con tipos impositivos más elevados incluyendo las figuras impositivas más relevantes: Impuesto sobre la Renta, Sociedades e IVA. Sólo Bélgica, Dinamarca, Francia y Suecia tienen unos tipos impositivos más altos, lo que significa que ha entrado en el ‘top five’ de la Unión Europea.

La diferencia es pronunciada en el IRPF, pero también en el Impuesto de Sociedades. En el primer caso, el tipo marginal máximo -sin tener en cuenta los incrementos decididos por las comunidades autónomas- se ha situado ya en el 52%, sólo por detrás de Bélgica (53,7%), Dinamarca (55,4%) y Suecia (56,6%). Y en el mismo nivel que Holanda.

En el caso del Impuesto de Sociedades, la presión fiscal que soportan las empresas representa el 30% de sus beneficios (25% en las pymes), un registro sólo superado por Bélgica (34%), Francia (36,1%), Malta (35%) y Portugal e Italia, en ambos casos ligeramente por encima del 30%.

Tan sólo en el IVA, la presión fiscal es menor al tipo medio general en la UE, pero con una salvedad. España es uno de los países que más ha elevado el tipo impositivo desde el año 2000: del 16% al 18%, y el Gobierno tiene en cartera una próxima subida. Aún así, todavía se sitúa dos puntos por debajo de la eurozona, y tres puntos en relación a la Unión Europea de 27.

No ocurre lo mismo en el caso del Impuesto sobre la Renta, que se sitúa 8,8 puntos por encima de la media de la eurozona (43,2%), y nada menos que 13,9 puntos más que en el conjunto de la Unión Europea.

En el caso del Impuesto de Sociedades, las empresas pagan -al menos formalmente, no en términos efectivos- 3,9 puntos más que en la zona del euro, donde se ha producido una pronunciada reducción en los últimos años. Desde el año 2000 se ha pasado del 34,4% al 26,1%.

Estos tipos impositivos, en todo caso, son nominales, ya que los reales son muy inferiores debido a que los agentes económicos se benefician de toda suerte de deducciones y desgravaciones que reducen el tipo efectivo de forma considerable.

Un impuesto muy progresivo

Para hacer una comparación homogénea, igualmente, hay que tener en cuenta -en el IRPF- a partir de qué nivel de rentas se aplica el tipo marginal máximo, y en el caso de España es uno de los más bajos de la Unión Europea. Se aplica -incluyendo las escalas estatal y autonómica– a partir de 53.407 euros para declaraciones correspondientes a 2011. Esto da idea de la alta progresividad de la escala del gravamen.

Los datos los publicó ayer Eurostat, la agencia estadística de la UE, y reflejan una intensa reducción de los tipos impositivos durante la década pasada. Esta evolución, sin embargo, se ha frenado en seco a raíz de la crisis, y, de hecho, la presión fiscal ha aumentado con fuerza en algunos países, principalmente en España, Grecia e Italia, en particular en el IRPF y el IVA. El Impuesto de Sociedades se ha comportado de una forma más estable.

La existencia de altos tipos impositivos, sin embargo, no garantiza elevados ingresos. Este es el caso de España, que se mantiene a la cola en cuanto a recaudación tributaria, sin tener en cuenta otros ingresos derivados de privatizaciones o de rentas generadas por el patrimonio público. Según Eurostat, los ingresos apenas llegan al 31,9%, muy por debajo del 38,9% de la media en la Unión Europea.

Tan sólo las Haciendas de Bulgaria, Irlanda, Grecia, Letonia, Lituania, Rumania y Eslovaquia recaudan menos que la Agencia Tributaria por impuestos. Esto significa que de los 17 países que forman parte de la eurozona, 14 recaudan más que España pese a los altos tipos impositivos existentes.

A destacar el caso de Dinamarca, cuyo sector público ingresa el equivalente al 47,6% de su PIB, mientras que, en sentido contrario, se encuentra Rumania, con sólo el 27,2%.

Obligaría a más reformas: Passos Coelho anuncia un agujero de 2.000 millones en las cuentas de Portugal

In Política, Crisis, Ciudadanía, Críticas, Comentarios on 18 julio, 2011 at 7:25

El nuevo Gobierno luso ha informado este domingo de que existe un «desvío» en las cuentas públicas de unos 2.000 millones de euros que obligará a reforzar las medidas de contención del gasto para «tapar» el agujero y cumplir sus objetivos de reducción del déficit.

Así lo ha confirmado en declaraciones a los periodistas el primer ministro luso, Pedro Passos Coelho, cuando participaba en un acto de su grupo, el Partido Social Demócrata (PSD, centro derecha) en la localidad de Vila Real, al norte del país.

Passos Coelho, vencedor en las elecciones legislativas del pasado 5 de junio, se ha referido públicamente y por primera vez a este «desvío»sobre el que ya habló en privado durante una reunión con miembros de su partido a principios de esta semana, en una conversación que trascendió a los medios.

«Cuando llegamos al Gobierno no pudimos dejar de mirar a la situación en la que nos encontramos. No es para responsabilizar a nadie que estuvo antes, eso ya se hizo en las elecciones, sino para saber en qué medida necesitamos ajustar nuestras políticas», explicó el líder conservador en su discurso ante los militantes.

Este agujero en las finanzas públicas de cerca de 2.000 millones de euros respecto a las cifras previstas en el balance de gastos e ingresos del Estado -realizado por el anterior Ejecutivo, de signo socialista-obligará a intensificar los esfuerzos de reducción del gasto público.

Concretamente, en torno a mil millones de euros podrán ser compensados a través de un impuesto extraordinario anunciado por el nuevo Gobierno este mes, y que será equivalente a la mitad de la diferencia entre la paga de Navidad de cada trabajador o pensionista y el salario mínimo, establecido en Portugal en 485 euros.

Los otros mil millones de euros restantes para corregir el «desvío» deberán proceder, según apuntó el propio Passos Coelho, «del lado del gasto» público. «Nos hacen falta cerca de 2.000 millones de euros por el lado de los ingresos y los gastos para que a final de año el objetivo fijado para el déficit público -que debe reducirse en más de tres puntos porcentuales, hasta el 5,9 por ciento- sea cumplido. Y será cumplido», subrayó el primer ministro.

También anunció que dará a conocer las medidas de contención del gasto durante el próximo mes, entre ellas ajustes en la administración y las empresas públicas, y aseguró que ya está todo preparado para acometer la primera oleada de privatizaciones.

El presidente del PSD señaló, asimismo, que se presentará un nuevo régimen para la contratación pública en un período inferior a dos meses.Passos Coelho resaltó que su Gobierno tiene «la gran ambición» de demostrar cómo «el Estado va a ahorrar sin poner en causa su función social», ya que «hay un límite para cortar» en el gasto público.

Portugal debe iniciar los primeros ajustes y reformas acordados en mayo con la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI) como contrapartida por su ayuda financiera antes del 31 de julio, entre ellos la eliminación de los derechos especiales en algunas empresas, la venta del Banco Portugués de Negocios (BPN) -ahora en manos del Estado- y cambios en la legislación laboral.

Dudas sobre la deuda

Precisamente las dudas sobre el cumplimiento de sus objetivos a nivel de reducción del déficit público son uno de los principales motivos que esgrimió la agencia Moody’s el pasado 5 de julio para rebajar la nota de Portugal al nivel de «bono basura», una decisión que volvió a disparar los intereses que penalizan la deuda lusa.

Respecto a la crisis que atenaza a Portugal y a toda Europa, el primer ministro portugués se declaró a favor de una devaluación del euro respecto al dólar, tal y como defendió ayer el jefe del Estado luso, Aníbal Cavaco Silva, ya que, en su opinión, beneficiaria a la Unión Europea (UE) y le ayudaría a superar la crisis.

«No hay duda de que un euro con menos valor podría traer, desde el punto de vista económico, más exportaciones y competitividad a Europa», afirmó Passos Coelho.

La encrucijada de España: ¿reformas, ajuste o quiebra?

In Política, Crisis, Ciudadanía, Críticas, Comentarios on 17 julio, 2011 at 17:59

La prima de riesgo se consolida por encima de los 300 puntos, el punto de no retorno que abocó a la bancarrota a Atenas, Lisboa y Dublín.

Hace apenas quince días, el viernes 1 de julio, la prima de riesgo española cerraba la sesión en 235 puntos. Era un nivel alto y preocupante. Hace menos de dos años, en febrero de 2010, hubo titulares el día en que este índice superó los 100 puntos. Sin embargo, en esta ocasión nadie prestó demasiada atención al dato. La deuda española se ha acostumbrado a vivir a una enorme distancia de la alemana. De hecho, salvo en un pequeño período de marzo y abril, el diferencial entre una y otra había estado por encima de los 200 puntos desde que comenzó 2011.

Sin embargo, a partir de ese primer día del mes de julio, se inició una cadena de subidas en la prima de riesgo española que iba a llevar a una tensión a los mercados como no se ha vivido, quizás, desde el comienzo de la crisis. El indicador pasó de esos 235 puntos a los 336 del lunes 11. Y la jornada del martes fue aún peor, con momentos en los que el diferencial se disparó por encima de los 380 puntos y minutos de auténtico pánico en los mercados. Afortunadamente, aquella situación crítica pasó y la prima se situó en el entorno de los 330 puntos. De esta manera, se volvía una calma muy tensa, con todos los inversores esperando con impaciencia los resultados de los test de estrés y la fallida cumbre del fin de semana en Bruselas (parece que finalmente se celebrará el próximo jueves), en la que se esperaba un acuerdo sobre el rescate a Grecia.

Los 300 puntos

Mientras se resuelve el interrogante de quién pagará la mayor parte del rescate a Grecia (los contribuyentes de los países ricos de la Eurozona o los acreedores del Gobierno heleno), os ojos de los inversores se dirigen a España e Italia. Con Grecia en quiebra y Portugal e Irlanda en la fase del rescate, los dos grandes países del sur de Europa son las principales preocupaciones. En este sentido, el mantenimiento de la prima de forma consistente bastante por encima de los 300 puntos no es una buena noticia.

Los bonos helenos, lusos e irlandeses cotizaban por debajo de este límite hace apenas unos meses. Como puede verse en el siguiente gráfico, a comienzos de 2010, tanto la deuda de Portugal como la de Grecia estaban incluso por debajo de los 200 puntos de diferencial respecto a la alemana. Sin embargo, a partir de un momento dado (primavera para Atenas y otoño para Lisboa), se consolidó su situación por encima de los 300 puntos, lo que provocó una rapidísima escalada de su prima de riesgo, que obligó al rescate de ambos países.

Prima de riesgo

 

Esta evolución no es una casualidad. La prima de riesgo no es otra cosa que la diferencia en el rendimiento (precio) en el mercado secundario entre el bono alemán a diez años y el español. De esta manera, esos 235 puntos quieren decir que los compradores de deuda en el mercado secundario exigen más rentabilidad por la deuda hispana que por la germana (porque estiman que ésta última es mucho más segura). Aunque es un ratio comparativo, también sirve como una medida muy fiable de cómo valoran los mercados la deuda española.

 

El bono alemán se encuentra situado algo por encima del 2,5%, con lo que una prima de riesgo de más de 300 puntos pone la rentabilidad de la deuda española en el entorno del 6%. Aunque estos datos vienen de los mercados secundarios, son un anticipo de lo que le costará al Tesoro colocar sus próximas emisiones de deuda. Y a partir de ese momento, esta financiación generará un alto coste, porque durante diez años tendrá que pagar ese interés al que se comprometa. En un contexto de deuda pública disparada, esto dificultará cumplir los objetivos de déficit. Una parte muy importante del gasto anual de los Presupuestos Generales del Estado se dedica al pago de los intereses, con lo que un incremento en los mismos provocará tensión en los capítulos de gasto.

Prima de riesgo de España desde el 1 de julio

 

Por eso, cuando Grecia o Portugal estuvieron mucho tiempo por encima de los 300 puntos, acabaron despeñándose por el precipicio del rescate. El proceso es como una pescadilla que se muerde la cola:

 

  • Tengo un alto nivel de deuda pública, por lo que los inversores no se fían de mí y me piden un interés mayor para comprarme las nuevas emisiones
  • Ese interés más elevado es un nuevo gasto que se suma a los que ya tenía
  • Como tengo más gasto, soy aún menos fiable que antes
  • Por lo tanto, los inversores me piden aún más interés y el proceso se acelera

 

Los vecinos

 

En realidad, la situación de España es sensiblemente mejor que la griega, la portuguesa o la italiana en algunos aspectos esenciales. Comparando su nivel de deuda (ver siguiente cuadro), puede verse que mientras Roma o Atenas deben por encima del 120% de su PIB, Madrid apenas llega al 60%(acabará el año en el 68% si se cumplen las perspectivas del Gobierno). De hecho, esta cifra es inferior a la de los grandes países de la UE, como Alemania o Francia.

El problema no es que deba mucho dinero, sino de que genera dudas en los mercados que vaya a ser capaz de pagarla, porque su déficit está descontrolado. En los últimos dos años, las administraciones públicas españolas han gastado mucho más de lo que han recaudado.

 

Haciendo un símil con un hogar, España sería como una familia que tiene una hipoteca media, no demasiado grande, pero en la que todos sus miembros se encuentran en paro. Por eso, el banco no le presta dinero. Quizás su vecino del quinto (alemán), tengan una hipoteca mucho mayor, pero también poseen una sólida nómina que le respalda. No hay dudas de que podrá pagar sin problemas las cuotas mensuales.

 

Eso sí, peor están aún sus vecinos griegos o portugueses. Estos deben mucho más y, además, tienen incluso menos ingresos. De hecho, el banco ya ha empezado a asumir que no cobrará. Y las puertas de las entidades de crédito se les cerrarán durante muchos años. Por último, el vecino italiano debe muchísimo, aunque tiene algunos ingresos, propios de una economía que en su día fue sólida. Ahora, la duda es si podrá volver a la senda del crecimiento que abandonó hace ya unos años.

 

La encrucijada

 

La buena noticia es que España debe un 60% del PIB, una cantidad manejable, y que tiene una economía más grande, sólida y diversificada que la de griegos o portugueses. La mala noticia es que las perspectivas de crecimiento para los próximos años son pocas, con lo que la recaudación fiscal tampoco será muy elevada. Además, como dijimos más arriba, con la prima de riesgo por encima de los 300 puntos, financiarse será muy caro, por lo que cerrar el agujero entre ingresos y gastos será aún más complicado.

 

Con este panorama, la economía española se acerca a una encrucijada en la que tendrá que decidirse por un camino a seguir, desechando las otras opciones. Hasta ahora, el Gobierno ha intentado una vía intermedia, que no le obligase a realizar cambios radicales, pero que lanzase la señal a los inversores de que se estaba por el buen camino de la reducción del déficit. Tras lo visto la semana pasada, parece que esa vía intermedia ya ha llegado a su fin. Es el momento de decidirse por una de las alternativas, con todos sus pros y contras:

 

1. Reformas: si no hubiera políticos involucrados, seguramente ya hace tiempo que se habría tomado esta vía. España tiene dos peligros, la falta de crecimiento y el descontrol en las cuentas públicas. Entre los especialistas, hay un consenso en que la economía española no crece por su rigidez legislativa (especialmente en el mercado laboral y la actividad empresarial). Sin embargo, las reformas emprendidas hasta ahora (laboral, negociación colectiva, eliminación de la burocracia, eliminación de normativas absurdas,…) han sido pocas y con pocos resultados.

 

Por otro lado, el segundo aspecto clave es el gasto público. Todas las administraciones tienen un elevadísimo nivel de déficit. El Gobierno central ha tomado algunas medidas, pero ahora todos los ojos se centran en las cuentas autonómicas. En las últimas semanas, se han sucedido las noticias sobre los impagos en ayuntamientos y comunidades; sobre los números rojos del sistema sanitario; o acerca de los pufos ocultos que salen a la luz con los cambios de Gobierno. Mientras esto no se arregle, no habrá inversores que se fíen de España. Pero, ¿estarán los políticos españoles dispuestos a autorregularse o a perder competencias, poder o porción de presupuestos?

 

2. Ajuste: éste es el camino que ha emprendido Portugal. Cuando se vio que era imposible que pagasen sus deudas, el Gobierno luso tuvo que mirar a sus socios europeos. Éstos aceptaron rescatarle: es decir, dar dinero a Lisboa para que cumpliese con los vencimientos de su deuda pública. A cambio, los nuevos acreedores (la UE, el FMI, el resto de países de la Eurozona) exigen a Portugal una serie de medidas que les den la seguridad de que cobrarán.

 

Es como si obligasen a Lisboa a aceptar la opción uno, la de las reformas, por las bravas. El problema es que Alemania, Holanda, el FMI o la UE no están tan preocupados por el crecimiento luso a medio plazo como por una reconstrucción de las finanzas a corto que les asegure que les devolverán la mayor parte del dinero prestado. Esto quiere decir que mezclan reformas interesantes y recortes de gastos imprescindibles, con subidas de impuestos que dañan al contribuyente luso y su capacidad para ahorrar y ayudar a la recuperación.

 

Por eso los gobiernos se resisten al rescate hasta que no tienen otra opción. Rescate es una palabra positiva (implica salvar a alguien), pero que encierra una realidad muy impopular y que es difícil de aplicar en cualquier economía.

 

3. Quiebra y salida del euro: aunque todos los nieguen, es la perspectiva más cercana a Grecia. El país heleno entrará en bancarrota y la duda es si tendrá que abandonar la zona euro o no. Esto tendría una ventaja: su nueva divisa se depreciaría de forma instantánea y sus exportaciones serían más competitivas.

 

Estos beneficios para la industria exportadora no serían suficientes para compensar el daño al conjunto del país. Por un lado, los ahorradores verían como su dinero pierde automáticamente una gran parte de su valor (ellos tenían 10.000 euros y ahora les dicen que tienen 10.000 dracmas). Las puertas del crédito internacional se cerrarían durante muchos años: nadie iba a prestar dinero a este país mientras no se devolviera lo anterior. Y el sistema financiero correría el riesgo de colapsarse, con los clientes haciendo cola en los bancos y reclamando que les devolvieran sus euros. Podría ser una situación muy similar al corralito argentino. Sin embargo, a pesar de su dureza, puede que sea la única alternativa a su alcance en estos momentos.

 

Alberto Recarte explicaba claramente en febrero del año pasado cuál sería la situación de Grecia si tuviera que abandonar el euro (algo que, por otro lado, parece cada vez más cercano):

 

«Los problemas de Grecia tienen difícil solución dentro del euro. Aunque tampoco les sería fácil a los griegos alcanzar el equilibrio fuera del euro, pues una salida voluntaria, o forzada, de la Unión Monetaria, significaría un aumento enorme de su deuda exterior, la quiebra de su sistema financiero, la suspensión de pagos de su sector público y la devaluación de cualquiera que fuera su moneda nacional. Junto con la necesidad de tener que hacer las mismas reformas a las que ahora está obligada, pero con una diferencia: la industria exportadora podría recuperarse y, con las reformas hechas, podría impulsar el crecimiento de toda la economía, con lo que, además, la pobreza provocada por la pérdida de valor de su nueva moneda nacional se distribuiría más equilibradamente entre todos, y no como ahora desigualmente, entre los que tienen trabajo y patrimonio neto positivo y los que no tienen ni trabajo ni patrimonio».

 

España está muy lejos de la situación de Grecia. Como puede verse en el gráfico, sus finanzas públicas son mucho más sólidas, incluso en la actual coyuntura. Pero lo ocurrido en la última semana con la prima de riesgo es un aviso para navegantes. Podemos estar llegando a un momento decisivo y habrá que tomar decisiones. Del camino escogido, dependerá el futuro de la economía española de la próxima década.